El Señor dio a nuestros Fundadores un Modo peculiar y concreto de vivir el único evangelio de Jesús. Éste es el carisma o don particular de encarnar la fe.
Cuando hablamos de “espiritualidad de los sagrados corazones” nos referimos a ese espíritu que queremos poner en todo lo que hacemos y vivimos, a la manera particular de vivir la fe que nos viene como herencia de los fundadores y que en cada época debemos recrear.
Todo carisma es suscitado por el Espíritu Santo y debe contribuir al bien común de la iglesia y a hacer realidad su misión en el mundo.